lunes, 2 de julio de 2012

Las Conejitas que no Sabían Respetar

Había una vez un conejo que se llamaba Serapio. Él vivía en lo más alto de una montaña con sus nietas Serafina y Séfora. Serapio era un conejo bueno y muy respetuoso con todos los animales de la montaña y por lo querían. Era muy sabio y muy viejo también. Pero sus nietas eran diferentes: chismositas, no saludaban y les gustaba criticar a todos de muy mala manera. Serapio que vivía avergonzado por ellas, siempre pedía disculpas por lo que ellas hacían con los demás. Cada vez que ellas salían a pasear, Serafina decía: “Pero mira que fea está esa oveja. Mira la nariz del toro”. “Sí, mira que feo es ese animal“, respondía Séfora. Y así se la pasaban criticando a los demás, todos los días.
Un día, cansado el abuelo de la mala actitud de sus nietas, se le ocurrió algo y dijo: “Vamos a practicar un juego en donde tendrá cada una un cuaderno. En él escribirán la palabra disculpas, cada vez que ofendan a alguien. Ganará la que escriba menos esta palabra, ¿de acuerdo? “Sí abuelo”, respondieron al unísono. Pasaron los días y hartas de escribir, pensaron que era mejor respetar a los demás para no escribir tantas veces lo mismo. Llegó el momento en que Serapio tuvo que felicitar a ambas por que ya no tenían quejas de los vecinos. Les pidió a las conejitas que borraran poco a poco todo lo escrito hasta que sus cuadernos quedaran como nuevos. Las conejitas se sintieron muy tristes porque vieron que era imposible que las hojas del cuaderno quedaran como antes. Se lo contaron al abuelo y él les dijo:

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